10.7.07

"El TLC recoloniza a Colombia" - Jorge Enrique Robledo

Adjunto un muy interesante link con un punto de vista totalmente contrario al del gobierno sobre las consecuencias del TLC. No es que este libro tenga toda la razón, ni que el gobierno la tenga, pero es importante analizar los 2 lados de la moneda para que saquen sus propias conclusiones.

El TLC recoloniza a Colombia

jogom

3.5.07

Gestión Tecnológica - Diciembre de 2005

El siguiente de la serie de ensayos realizados durante la especialización en Gestión Tecnológica que finalicé a mediados de 2006, después de mucho tiempo sin actualizar...

Perspectivas de Colombia en materia de desarrollo tecnológico


El panorama actual en cuanto a desarrollo tecnológico en Colombia con relación al resto de América Latina no es el mejor, y menos si se compara con los tigres asiáticos que hace unas décadas estaban aún más atrasados que nosotros. Existe un gran interrogante sobre cuáles son las verdaderas potencialidades, oportunidades y perspectivas de desarrollo futuro, debido al poco o casi nulo impulso de las clases dirigentes al desarrollo de capacidades, instituciones e incentivos, y sobre todo, por la gran incertidumbre que produce una negociación como el TLC.


Si bien, existe en el país toda una teoría que sustenta como base para el desarrollo tecnológico el fortalecimiento del Sistema Nacional de Innovación, la gran diferencia existente con los países desarrollados es precisamente que no hemos podido pasar de un modelo formal y poco real a un verdadero estamento de impulso al desarrollo tecnológico. Si partimos de la definición de un SNI - Conjunto de organizaciones e instituciones y de relaciones entre dichos actores para el desarrollo de capacidades innovadoras y de difusión que incrementan el crecimiento económico – nos encontramos ante un panorama preocupante. Primero que todo, los actores son prácticamente inexistentes y los pocos que se vislumbran, no han desarrollado sus propias capacidades, sin los cuales, no es posible conseguir el principal objetivo de un SNI, como es el fortalecimiento de las interrelaciones entre los actores, que son los que finalmente impulsan el desarrollo tecnológico.

Pasando a otro punto, como se anotó en el ensayo anterior, considerando las fortalezas del territorio colombiano en materia de biodiversidad y recursos naturales y la actual exportación de materiales en bruto, se plantean como viables los mercados de la agroindustria y la explotación sostenible de recursos naturales. Sin embargo, estos dos mercados son materia de estudio y tendrán grandes cambios en su visión de acuerdo a lo que se está negociando actualmente en el TLC.

La asimetría agrícola es preocupante, como indica Ricardo E. Buitrago en www.semana.com, el PIB sectorial estadounidense es 15,3 veces mayor que el nuestro; la superficie cultivada, 26,4 veces la colombiana; el valor de las exportaciones agropecuarias, 21,1 veces nuestras exportaciones, y el valor agregado por trabajador, 14,1 veces mayor. Estados Unidos es el mayor productor y exportador de bienes agrícolas del mundo, en varios de los grupos de productos más importantes del agro contribuye con más del 15% de la producción mundial (carnes, cereales, fibras primarias y nueces). En algunos productos su participación en la producción mundial es aun más importante: en soya se acerca al 45%, y en maíz, al 40%. Es el mayor productor mundial de carne de aves, carne de res, maíz, sorgo, soya y aceite de soya; el segundo mayor de carne de cerdo, leche, huevos, miel y algodón; el cuarto de trigo, papa y tabaco. En el tema de subsidios la situación no es mejor, las diferencias son evidentes. El total de las transferencias de Estados Unidos asciende a USD 71.269 millones, que equivale al 51% del PIB sectorial, y las de Colombia, a USD 1.143 millones, equivalentes al 11% del PIB agrícola.

Y si se quiere, el tema de propiedad intelectual, presenta un panorama aún más oscuro que el agroindustrial, el cual sería la base para una explotación sostenible de los recursos naturales. Los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI) estimulan la innovación al proteger la actividad intelectual, pero al mismo tiempo pueden auspiciar monopolios por demasiado tiempo cuando las condiciones de protección son demasiado rigurosas. Estados Unidos considera que el material biológico con información genética reproducible (plantas, animales que han sido objeto de investigación y desarrollo), da origen a una nueva forma de valor agregado susceptible de protección, bajo la forma de patente. Por ejemplo, en el TLC firmado con Chile y en el CAFTA se han sustituido los requisitos de novedad, altura inventiva y aplicabilidad industrial por los conceptos de "no evidente" y "útil", ampliando el espectro de lo patentable y propiciando casos de biopiratería.

Para complementar en materia de propiedad intelectual, Álvaro Zerda en www.portafolio.com.co apunta “Pese a todos los avances científicos logrados en las últimas décadas en el campo de la genómica y de las técnicas de investigación farmacéutica, el desarrollo de nuevos medicamentos ha venido en franco retroceso. Esta es una de las razones por las cuales el conocimiento que poseen nuestras comunidades indígenas y locales sobre las propiedades de la diversidad biológica ha cobrado especial importancia. (...) La lógica de protección debe hacerse sobre la base de asegurar la supervivencia de las comunidades y de sus sistemas de conocimiento, respetando la integridad de sus derechos (...) No es un problema que se vaya a solucionar en cinco rondas de negociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos, en donde ni siquiera debería estar sobre la mesa, a no ser para exigir el respeto de la normatividad existente.” Para terminar de soportar este punto, cabe anotar que Colombia cumple con la normatividad existente en materia de propiedad intelectual en el ámbito mundial (suscrito al ADPIC) y además pertenece al Convenio de Diversidad Biológica de los países Andinos; por tanto, la propiedad intelectual debería estar fuera de la negociación del TLC, no solo por las consecuencias que se indican, sino, porque se violarían acuerdos internacionales previamente firmados que incurrirían en la ilegalidad.

Es necesario convencernos que la innovación es la base de la competitividad, y que sin ella no tenemos más campo de lucha que el de las ventajas comparativas, basados principalmente en una mano de obra barata y poco capacitada, la cual, en un círculo vicioso, no puede dar a sus hijos las posibilidades de capacitación necesarias debido a los escasos ingresos. Sin un cambio radical de los paradigmas que manejan las clases dirigentes estatales y empresariales, será imposible alcanzar un grado de desarrollo que permita comenzar a explotar ventajas competitivas en el mercado globalizado.

Este cambio de paradigmas, implica nuevas políticas que identifiquen que la Ciencia y Tecnología no son una materia de generación espontánea, ni un factor más de la productividad, sino la base para el desarrollo de una nación; necesita el cambio de la visión exclusivamente fiscal de las dirigencias; un deseo de recorrer el modelo de tres fases de apropiación tecnológica con la eliminación de las adaptaciones fuertemente localizadas a las pocas tecnologías que se importan pasando a imitaciones creativas; y la necesidad de introducir en los círculos directivos a “tecnócratas” que demuestren a los empresarios y economistas la necesidad y ventajas del desarrollo tecnológico.

Solo con la introducción de cambios de este tipo, será posible ingresar en las ventanas de oportunidades que indica Carlota Pérez, e intentar, no solo ingresar en las fases I o IV donde el conocimiento es de dominio público, sino entrar en ventanas menos evidentes, como en la fase III, fase actual de la revolución informática, con ventajas competitivas, por ejemplo, desde el punto de vista del diseño.

El panorama no es muy alentador, pero la insistencia en estos modelos, podría convencer a las dirigencias, o permitiría a los impulsores de políticas de Ciencia y Tecnología entrar a formar parte de estos círculos, para poder dar un viraje a las visiones cortoplacistas, fiscalistas y de desinterés por el patrimonio cultural, intelectual y económico nacional.

jogom

25.1.07

Gestión Tecnológica - Septiembre del 2005

Este fue mi primer ensayo durante la especialización en Gestión Tecnológica que finalicé a mediados de 2006, aún no se firmaba el TLC, y quedaba en mi ser algo de optimismo, así que ahora puede parecer un poco fuera de contexto...

El caso Corea - Latinoamérica. Un mismo modelo económico y dos resultados opuestos

Posterior a la segunda guerra mundial y debido a la escasez de bienes de capital, los países asiáticos y latinoamericanos vieron en la coyuntura mundial la oportunidad de convertirse en países con niveles industriales similares a los de Norteamérica o Europa. Para ello, se implantó un modelo que planeaba iniciar con una táctica de sustitución de importaciones, para poco a poco, convertirse en productores de los bienes de capitales gracias a la apropiación de tecnología.

Pasado medio siglo desde la adopción de estas tácticas en uno y otro continente, son contrastantes los resultados obtenidos. Mientras países como Japón, Corea y la misma China inundan el mercado mundial con dispositivos electrónicos de última tecnología, en Latinoamérica y especialmente en el área norte del sub-continente nos encontramos con un panorama por no decir más, desolador. Países con grandes deudas externas, dependencia total de bienes de capital, producción industrial incipiente, balanza comercial poco favorable y una casi inexistente inversión en Ciencia y Tecnología, son entre otras, las principales características que muestran cómo un modelo de desarrollo económico sumamente exitoso al otro lado del mundo, parece no haber dado buenos frutos en estas tierras. Esta pequeña disertación intenta encontrar una explicación a estos polos opuestos de desarrollo, que si bien, puede terminar generando más interrogantes, intenta por lo menos entregar una visión más completa de la situación actual y el panorama a futuro para estas economías emergentes.

Si el modelo aplicado en unos y otros países fue el mismo; entonces, qué falló? Pues bien, en primer lugar, mientras en los países asiáticos se dio un primerísimo lugar a la apropiación tecnológica mediante la formación del capital humano, en nuestros países siempre primó la reducción de gastos, lo cual implica la utilización, entre otros, de una mano de obra barata.

Para citar ejemplos relacionados con la formación de capital humano, vale la pena destacar en Asia: la presencia permanente del gobierno en Corea en el tema de dar impulso a las actividades de Investigación y Desarrollo desde la rama ejecutiva con un ministerio; el incremento permanente de la porción del Producto Interno Bruto que se invierte en Ciencia y Tecnología, la constante y decidida relación de colaboración mutua entre empresa e investigación, entre otras. Con este tipo de incentivos y facilidades, puede comprenderse que el modelo de tres fases de apropiación tecnológica; imitación duplicativa, imitación creativa e innovación, se da casi de manera natural.

En contraste, mientras en Asia, la industria escogida para la industrialización de los países fue el sector tecnológico, en el caso específico de Colombia, el sector seleccionado para llevar el país adelante, fue el de la construcción, el cual, en materia de capital humano no requiere de personal calificado en el área del conocimiento; lo cual redunda en que no se generan las suficientes capacidades de innovación, y que vistos desde un punto de vista cortoplacista y de flujo de caja, “garantiza” una mano de obra barata y la maximización de beneficios para el empresario.

Pasando a otro punto crítico en cuanto a bienes de producción se refiere, no podemos quedarnos sin mencionar, la inversión. La inyección de capitales, sean nacionales o extranjeros, es fundamental para el éxito de un modelo económico. En Corea, este problema fue hábilmente solucionado invitando a las empresas extranjeras a invertir en su país con altos beneficios en materia de renta, las cuales en contraprestación, debían formar el material humano local, el cual, como se ha visto, terminaría por impulsar el desarrollo económico de la región. Adicionalmente, cuando comenzaron a surgir las primeras empresas, los créditos estatales que recibían, estuvieron siempre sometidos a cuotas de exportación, las cuales garantizaban que las empresas emergentes tuvieran la constante preocupación de mejorar e innovar en sus productos, para ir ganando cada vez más mercado extranjero.

Sin embargo, en Latinoamérica, la inyección de capitales no ha sido la ideal, lo cual, adicionado a una no muy equilibrada balanza ahorro – inversión, genera una escasez de divisas que impiden la inversión en tecnología; hablando del concepto amplio de tecnología, y no el que abunda en muchos empresarios locales, que creen que la adquisición de maquinaria de punta es suficiente para afirmar que invierten en ésta área. Para cerrar el tema de la inversión, cabe anotar que jamás existieron políticas claras en cuanto a cuotas de exportación se refieren para créditos de fomento; es más, el tema de créditos de este tipo, si hablamos de estos como capital de riesgo, ha sido prácticamente inexistente en las políticas tanto económicas como gubernamentales.

Finalizando el contraste de las economías asiáticas con las latinoamericanas, quisiera anotar el punto de las políticas de intervención económicas. Mientras en Asia se siguió un modelo claro de Política Industrial Selectiva; en Latinoamérica, los constantes cambios y giros dados por los gobiernos no has permitido ir más allá de Políticas Industriales Funcionales, que a pesar de su amplio espectro, terminan por no dar un impulso claro y específico a un determinado sector de la industria.

Este pequeño paralelo no ha hecho más que esbozar a muy grandes rasgos las posibles diferencias que impidieron el éxito de este modelo económico en nuestros países. Sin embargo, utilizarlo como retrospectiva para corregir los errores del pasado no es más que una utopía. La oportunidad histórica de implementar este modelo ha pasado, ya que las actuales políticas globalizadoras, junto con organismos multilaterales como la OMC, impedirían mediante sanciones que un modelo de este tipo volviera a aparecer en el mundo. Adicionalmente, el alto nivel de endeudamiento con la banca mundial y los compromisos adquiridos con las superpotencias mundiales y estamentos como el Banco Mundial o el FMI, condicionan cada una de las acciones que en materia económica quieran desarrollarse en cada país.

Grandes retos se presentan a futuro, la negociación del TLC, en primer término, se presenta como un coloso que si no es negociado de la manera adecuada, terminará por hundir las incipientes industrias nacionales. Tal vez la mejor manera de enfrentar un monstruo de tales dimensiones, sea con el diseño de políticas de la misma dimensión, que puedan garantizar, por lo menos, la salvación y posible desarrollo de una industria viable económicamente que redunde en la mejora de las condiciones de vida del país y una justicia social más equitativa. Considerando las fortalezas del territorio colombiano en materia de biodiversidad y recursos naturales y la actual exportación de materiales en bruto, consideraría como una posible y viable salida, una muy fuerte política de intervención para el desarrollo del campo de la agroindustria y el uso sostenible de los recursos naturales.

En materia de agroindustria, más que la tecnificación de cultivos, un énfasis en tecnologías de procesamiento y mejora genética de productos, permitiría la adición de un valor agregado a los artículos de exportación que actualmente no se tiene. Una política de este tipo, implicaría protecciones a los alimentos nacionales, apoyados por subsidios en la importación de maquinaria de procesamiento de productos agropecuarios, con los cuales se iniciaría el modelo de tres fases en cuanto a desarrollo tecnológico se refiere. Esta capacitación iniciaría un proceso de transferencia tecnológica, que a medida que incluya la asistencia y la investigación apoyada con la capacitación, conseguiría una “transferencia efectiva”, que es el escalón necesario para llegar a la “transferencia real”, que solo se consigue en el momento que se inicie la innovación en la industria mencionada. Estos subsidios, sujetos a cuotas de exportación y la limitación o cierre de la importación de maquinaria cuando se esté en un avanzado punto de transferencia de tecnología efectiva, podrían impulsar una verdadera industria que consiga estar en la vanguardia tecnológica.

Pasando al tema de la explotación de recursos naturales, hay que tener en cuenta, que uno de los sectores de mayor expansión en el ámbito mundial, es de la biotecnología, por ejemplo, para la producción de medicamentos basados en el estudio de la naturaleza y sus propiedades. Los límites para las concesiones a las empresas extranjeras en este punto son muy críticos, y no se está proponiendo llegar a políticas como las de Costa Rica, que vendieron su riqueza biológica a los laboratorios Merck a cambio del cuidado de sus bosques. Sin embargo, el permitir que las selvas y territorios de riqueza biológica del país sean explotados con fines científicos, con límites bien definidos en materias de propiedad intelectual; reconocimientos de origen y consentimientos informados previos; y de respeto a la población nativa, garantizando la conservación del hábitat ecológico, podrían generar una industria hasta ahora inexplorada en nuestro país.

Concluyendo, podría decirse que la oportunidad histórica de la política de sustitución de importaciones ha pasado, y solo queda, en medio de inmensas presiones externas tanto económicas como políticas, echar mano del ingenio e intentar buscar la mejor salida posible ante el negro panorama que se vislumbra hacia un futuro tanto en materia económica como social.

jogom